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“Siembra y cosecha. La burbuja del basket”, por Xavi García

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“Una vida no es importante excepto por el impacto que causa en las vidas de otros.” Jackie Robinson.

¿Formar o competir? Este ya es un debate superado. La competición es parte de la etapa formativa. Y sin formación, o sea, sin crecimiento, es difícil que ningún equipo sea competitivo de forma sostenible en el tiempo. Son dos almas que conviven. Luego la ética, valores, convicciones, entorno y demás de cada club, entrenador, equipo, pondrá los equilibrios en la balanza. Hay entrenadores que compiten utilizando a sus jugadores como fichas de ajedrez, en todas las categorías. Y los hay que trabajan para que cada jugador, estando en pista, compita cada una de las acciones. Y otros que consiguen un buen equilibrio entre esas dos.

En este post me gustaría explorar otro equilibrio. ¿sembrar o cosechar?. Hay entrenadores sembradores, y otros cosechadores (todos con su respectivo equilibrio formar-competir). Cosechadores de resultados, dinero, fama, reconocimiento. Merecido, sin duda. Pero, ¿y aquellos que arriesgan dando oportunidades en el contexto de equipos esencialmente competitivos, aquellos que trabajan y orientan su día a día pensando en el futuro de los jugadores más que en el presente?

Por ejemplo, estás en una competición donde se especula pero tienes jugadores con proyección hacia niveles donde eso no pasa… ¿qué haces? ¿Condicionas su futuro a costa de unos resultados, o apuestas por ese futuro a costa de unos resultados? Si todos optásemos por la opción A, todavía llegarían menos de los que llegan…

¿Y esos entrenadores que invierten horas para enganchar a los jóvenes o niños? Esas horas de técnica individual con un jugador en una canasta en la esquina del pabellón… Y esas charlas con los chavales en momentos de duda, de miedos, de bajones de rendimiento. Y esas decisiones de dar o quitar confianzas en momentos clave, donde todo está por descubrir. Y ese entrenador que coge a un equipo de chavales en premini y los entrena durante 6 temporadas seguidas en un mismo club, y los impulsa hacia un rendimiento colectivo inimaginable y, más importante, a unas oportunidades de futuro brillante para más de uno. Y un largo etcétera de sembradores. Esos sembradores no tienen el reconocimento que merecen. Y desde falsas modestias o desde resignaciones podrían decir que no lo necesitan. Pero sí lo necesitan, aunque no por no tenerlo van a cambiar, ya que si siguen con la misma filosofía es porque eso les llena, y les pacifica esa parte vocacional. Reivindico al sembrador en el mundo del baloncesto en general. Lo reivindico al entrenador que entrena en élite y que no quiere/puede/sabe mantener el contacto con esa realidad. Lo reivindico al entrenador de preferente o de nivel B, que ficha y con ello gana, y encima se cree que el bueno es él. Y a los clubs, a los jugadores que llegan y a los que no, pero que han sentido esa dedicación auténtica, esa conversación sincera y emocionada. Lo reivindico a los padres… y a todo Dios.

Lo más grave, lo que daña al baloncesto, lo que le hiere en su alma, es que cada vez hay menos sembradores y más recolectores. La no consciencia de todo esto hace que el sistema valore al entrenador por lo que cosecha. Y los propios entrenadores hacemos exactamente lo mismo. A mí me han dado premios como entrenador en momentos donde he recogido el trabajo de otros, ganando torneos, campeonatos…. Y no me los han dado en momentos donde he estado sembrando. Seguramente (bueno, no, 100% seguro) los habría agradecido mucho más cuando estaba sembrando, porque al recibirlos cuando ganas, encima te crees que eres más bueno de lo que eres, y tu ego, en realidad no necesita esos premios, tampoco.

Y no estoy disociando ganar de sembrar. Tú puedes ganar y estar sembrando. Tambien puedes perder y no estar sembrando. No es simplista. Va de decisiones, actitudes, prioridades y consciencia de esta distinción y de esta realidad.

En realidad, los entrenadores sin consciencia (la mayoría) son víctimas de clubes sin consciencia, y padres sin consciencia. “Quiero pagar lo mínimo para un entrenador de mi niño, pero quiero que juegue minutos, ganen partidos, y además mejore”. Sí, claro. Fácil….

Lo peor es que la pasión de esos pocos sembradores es aprovechada al máximo, y que si no conseguimos cuidar más a los sembradores, los cosechadores se quedarán pronto sin nada que cosechar. En realidad, muchos ya van a buscar material en campos todavía fértiles. Si no, mirad los equipos canteras ACB, y buscad jugadores foráneos ahí. Y comparadlo con lo de hace 15 años. Y bueno, siempre nos quedará el #métodoFEB, hasta que se seque el campo. Entonces nos daremos cuenta. De momento, casi todos se apuntan a recolectar. Es la particular burbuja de nuestro baloncesto.

Al final, lo más importante. Un sentido agradecimiento a los sembradores. Si te identificas con ese adjetivo, felicidades y ánimo! Y contagia a tu entorno! Sigue creando el futuro!

“El futuro está oculto detrás de los hombres que lo hacen.” Anatole France

Xavi García

Entrenador Superior de Baloncesto

Especialista en Coaching Deportivo

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